martes, 25 de diciembre de 2012

¿QUE ESCUELA, PARA QUE SOCIEDAD?

En este texto de Amparo Caballero, vamos a tratar de ver y poder definir el modelo de educación y de educador que necesitamos.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que la educación en la escuela va totalmente relacionada con la estructura social en la que viven y tienen que aprender nuestros alumnos.
Es por eso que debemos considerar que las escuelas no deben ser meras transmisoras de conocimientos y que tienen que ir más allá de eso, involucrándose en la individualidad de los alumnos y alumnas que tenemos en nuestras aulas.
De esta forma tenemos la oportunidad de trabajar cuestiones que de otro modo sería difícil aprender, entonces tendrá pleno sentido poner en marcha todos los mecanismos educativos disponibles para hacer una educación que facilite y promueva la convivencia.
Si la diversidad de de nuestros alumnos se entiende como la heterogeneidad, como riqueza de lo diverso, será una oportunidad para encontrarnos con nuevas experiencias, nuevos puntos de vista y por lo tanto para aprender mucho más de lo que cuentan los libros. Si por el contrario se entiende como un problema la diversidad se convierte en una pesadilla.
Si tenemos en cuenta l las distintas reformas educativas, estas están pensadas para servir más y mejor a la competición económica formando adecuadamente al trabajador, educando y estimulando al consumidor y abriéndose el mismo a la conquista de los mercados. Estas son las verdaderas razones y no otras, aunque a simple vista pudiera no percibirse.
Al considerarse las instituciones escolares de enorme trascendencia para el desarrollo económico de las naciones, las políticas educativas se verán en la necesidad de ligar educación y sistema productivo, intentando así la profesionalización de sus estudiantes.
El capitalismo no solo ha conquistado los mercados sino nuestras conciencias ya que no se trata solo de un sistema económico sino de un sistema de relación social.
Nos extrañamos de los comportamientos de nuestros estudiantes y no tenemos en cuenta de que se les ofrece un modelo, pero se les exigen otro.
El sistema social, económico esta fundamentado en el individualismo y la competitividad para conseguir el mayor beneficio en el menor tiempo posible de ahí que exista la lógica del deseo de tener poder, de consumir, de poseer etc.
Se da la paradoja de que las mismas instituciones que publican y proponen la necesidad de una educación igualitaria, no discriminatoria, justa, democrática, plural, en la que se fomenten actitudes favorables a la paz y la convivencia entre pueblos y personas, son las que con sus decisiones políticas, sociales y económicas transmiten modelos de actuación opuestos, injustos, discriminatorios, bélicos…
Si así es la sociedad de los adultos, y por tanto así se les presenta a nuestros alumnos, no se puede obviar que ellos quieran copiar el mismo modelo.
Siempre hay maestros y maestras qué quieren hacer otra forma de educación, pero la estructura educativa en sí lo limita con: sus métodos, sus didácticas, sus formas de evaluación, de relacionarse con los padres y alumnos, de formar a sus profesores, hasta con la forma en que se ordenan de una en una, y en filas mirando la pizarra las mesas de los alumnos en el aula.
Se tendría que radicar el individualismo, promoviendo los trabajos en equipo.
Las notas de clase deberían ser no tanto cuantitativas, como cualitativas.
La participación de los padres y madres y de los alumnos en las decisiones del centro debe de tener más representación.
Hay centros educativos y por lo tanto profesores y profesoras que esto lo están llevando a cabo, no sin sufrir las consecuencias por su “rebeldía”.
De nada sirve que el sistema actual de educación obligue a los alumnos y alumnas la existencia a las aulas hasta los dieciséis años, si desde cursos anteriores se quedaron descolgados del proceso de aprendizaje escolar.
Esto ocurre, porque las instituciones escolares en principio fueron creadas para las clases dirigentes y aunque posteriormente fue ampliada a toda la población, no fue acompañada de los cambios necesarios en sus estructura escolar para así poder dar respuesta adecuada a su obligación de garantizar el derecho a la educación de todos sus estudiantes.
Para cambiar este modelo de escuela y así poder garantizar el derecho a la educación de todos sus estudiantes, tendrá necesariamente que romper sus viejos moldes de transmisión unidireccional.
Estos cambios supondrán una mayor implicación del profesorado porque tendrán que plantearse el que se enseña y el cómo se enseña. Y saber conjugar los distintos estilos docentes de nuestras aulas, como son estilo permisivo, estilo autoritario y estilo democrático. Porque adoptar uno u otro podría tener enormes consecuencias para el aprendizaje de nuestros estudiantes. 

Cuestiones sobre el documento de Amparo Caballero: 

-¿Estás de acuerdo con la creencia de que hay un sector del alumnado que no “quiere aprender? Y que distorsiona el ambiente escolar, influyendo negativamente en los niveles de aprendizaje del alumnado “normal” o que si tiene interés en aprender? 

Tenemos que tener en cuenta que no todos los alumnos tienen las mismas características, porque no todos vienen del mismo ambiente social, es por eso por lo que no se trata de que quieran o no quieran aprender, sino de que se les proporcionen el sistema de aprendizaje que cada uno de ellos necesite. Hay que adaptar el currículo al alumno, no queriendo que todos aprendan de la misma forma, porque como ya hemos dicho cada uno y cada una tiene un ambiente social distinto lo que hace que no todos y todas tengan interés por las mismas cosas.

Es mejor para la educación que el profesor cuente con clases de alumnado homogéneas en edad, nivel de conocimientos, nivel social….

Si la diversidad de de nuestros alumnos se entiende como la heterogeneidad, como riqueza de lo diverso, será una oportunidad para encontrarnos con nuevas experiencias, nuevos puntos de vista y por lo tanto para aprender mucho más de lo que cuentan los libros. Si por el contrario se entiende como un problema la diversidad se convierte en una pesadilla.

Amparo Caballero afirma en un pasaje del documento que “la única reforma que se ha llevado a cabo desde los años 80 en nuestro entorno ha sido la reforma mercantilista”

-¿Se puede relacionar esta afirmación con la actual realidad educativa?
Para aquellos jóvenes con mayores problemas de “adaptación”, está muy claro en la práctica se les quiere llevar a una expulsión sin contemplaciones del sistema educativo sin el menor apoyo y ninguna cualificación en el expediente, para convertir a decenas de miles de jóvenes en carne de cañón para la explotación, con salarios miserables y a merced de una patronal deseosa de disponer de una legión de esclavos en sus empresas.


-¿Crees que la escuela puede ser un instrumento de cambio social?

Siempre que la escuela se comprometa con una enseñanza que vaya más allá de de la formación teórico-práctica. Que en sus aulas se den espacios de reflexión permitiendo así una lectura crítica de la realidad.

Para que esto sea posible la escuela tiene que ser una escuela educadora y para ello en ellas se tendrá que dar los siguientes conceptos:

Escuela como espacio de formación y relación humana.

Escuela democrática, participativa y no discriminadora.

Escuela acogedora y compensadora de desigualdades.

Escuela que entienda la cooperación como el mejor modo para conseguir nuestros objetivos.

Escuela que no tema a los conflictos, sino que los convierta en oportunidades para aprender a respetar las diferencias y a defender las propias opiniones desde el dialogo y la convivencia plural.

Escuela que impulse modelos educativos al servicio de la justicia y la libertad de las personas y los pueblos.

En definitiva una escuela critica, donde sea posible aprender a pensar, a preguntarse por lo que ocurre y dar sentido a la propia realidad, para responder ante ella, personal y colectivamente, con autonomía.

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